El presidente de MVS revela que el supuesto rescate de la banda
ancha de 2.5 Gigahertz es en realidad una extorsión de alta magnitud
–en contra del pueblo de México y favor de la gran televisora privada
nacional
Como suele hacerse en México con las
decisiones que podrían ser impopulares, el viernes pasado, justo un día
antes de la final de la selección mexicana por la medalla de oro y de
las expectación que generan los últimos momentos de los Juegos
Olímpicos, Dionisio Pérez-Jácome, director de la Secretaría de
Comunicaciones y Transportes, anunció que se efectuaría un “rescate” de
la banda 2.5 Gigahertz, cuya concesión pertenecía, en su mayoría, a la
empresa MVS (Multivisión). En el estupor mediático de las olimpiadas,
pocos repararon en la importancia de esta medida.
Este jueves 15 de agosto el presidente
de Multivisión, Joaquín Vargas, dio una conferencia de prensa en la que
ventiló una extorsión de parte del gobierno federal en el caso de su
concesión y plan para ofrecer un servicio de banda ancha que permitiría
la transmisión de datos en dispositivos móviles al doble de velocidad y a
la mitad de precio para hasta 55 millones de mexicanos.
Vargas argumentó que las razones que dio
el gobierno para retirarle la concesión –un supuesto rescate en
beneficio de los mexicanos– han sido tergiversadas. Las frecuencias de
banda ancha no estarían a manos de una sola empresa y se había dispuesto
pagar una cuota por la concesión, tomando como parámetro lo que se paga
por la misma banda en otros países –pero al parecer el gobierno
mexicano le había impuesto cifras exorbitantes, probablemente para
hacerle imposible hacer efectiva dicha concesión.
“Las frecuencias no estarían en manos
de una sola persona, el consorcio garantizaba como mínimo a cinco
empresas, se operaba a través de un tercero neutral independiente a los
socios de reconocimiento mundial, ofreciendo una verdadera red abierta,
es decir que cualquier empresa que obtuviera la autorización de las
autoridades podría tener acceso a ella para dar servicios de banda ancha
móvil, proyecto que las autoridades también rechazaron”, lamentó.
Vargas también se refirió a un episodio
en el que el secretario de Trabajo, Javier Lozano, lo extorsionó para
que impidiera que Carmen Aristegui regresara a su espacio noticioso.
Carmen Aristegui había sido despedida por Vargas luego de que hiciera
una nota sobre el posible alcoholismo de Felipe Calderón, cubriendo
solamente lo que legisladores del PRD habían difundido.
“El licenciado Javier Lozano inició
manifestando que el señor presidente Felipe Calderón y su señora esposa,
estaban enterados de que en ese preciso momento él se encontraba
platicando conmigo. A lo largo de la plática, el licenciado Javier
Lozano, mencionó textualmente que: ‘hemos encontrado que tu proyecto de
la 2.5 GHz, tiene méritos propios, pero si recontratas a la periodista, a
tu proyecto se lo lleva la chingada y te olvidas de este gobierno hasta
su último día’”, denunció Vargas.
Todo indica que Vargas había estado
negociando con el gobierno federal para poder efectuar su concesión,
pero que en esta negociación pesó más la influencia de Televisa (y su
alianza con Iusacell), la empresa perfilada a ganar la licitación de
esta concesión.
“El rescate de la banda de 2.5 GHz de
MVS tiene dedicatoria porque existen los ‘price caps’ o topes límite de
espectro. En esta lógica, ni Telefónica ni América Móvil podrían
participar por la 2.5; sólo Televisa con Iusacell porque los límites de
‘price cap’ (de los otros operadores) ya se saturaron”, explicó Jorge
Fernando Negrete, director general de MediaTelecom Policy.
El caso es sumamente delicado ya que
muestra la manera en la que se toman decisiciones que afectan la vida y
el desarrollo de millones de personas: en base a la veleidad de unos
cuantos funcionarios y a la pleitesía que se rinde a la corporatocracia,
presidida por Televisa (y un par de empresas más, como Telmex y TV
Azteca. A Calderón no le gustaba tener a una periodista, con mucho
rating y credibilidad, informando sobre lo que verdaderamente ocurre en
el país. Pero además se cuidaban de no ofender al poder mediático –que
(im)pone presidentes. Para Televisa la banda ancha es un negocio de
miles de millones de pesos, pero no sólo eso: tener una competencia que
baje el precio y suba la calidad en las telecomunicaciones amenaza a
todo el sistema, todo el status quo. Televisa, la empresa cuyo
gran patriarca estructuró bajo la máxima de hacer televisión “para los
jodidos”, necesita para seguir incrementando sus ganancias –manteniendo
su monopolio– un país de personas sumidas en la pobreza y en la falta de
educación. Tener aceso a internet de alta velocidad a bajo costo,
amenaza el orden de las cosas. Tampoco hay que pensar que Joaquín Vargas
buscaba dinamizar al país, revolucionando las tecnologías, pero
ciertamente su propuesta era superior a las que tenemos en la
actualidad, y tenía el potencial de permitir el acceso al internet móvil
a millones de personas –la ecuación no es tan simple, pero esto podría
significar menos personas viendo telenovelas.
“El rescate de las frecuencias de MVS
combina dos hechos abominables. Por un lado, la actuación sesgada de
funcionarios públicos –da igual si fueron movidos por la ambición, el
miedo o la complacencia negligente-, que han favorecido ilegítimamente
los intereses de Televisa, ya sea para aumentar sus activos o para
combatir a sus competidores; y, por el otro, la revancha ejecutada desde
el gobierno, por quienes matando dos pájaros de un tiro, obsequiaron la
petición de Televisa para que MVS saliera del mercado que la televisora
pretende avasallar y al mismo tiempo sancionar a quien decidió no
doblegarse ante la arbitrariedad de quienes intentaron acallar una voz
tan crítica como incómoda”, reflexionó Joaquín Vargas.
Así las cosas, y lo que parece aún menos
alentador es que este proceso legal impedirá probablemente por varios
años que se use esta banda (ni MVS ni Televisa), en detrimento de la
economía y la conciencia de los mexicanos. También, con el regreso al
PRI y su estrecha vinculación con Televisa, este tipo de prácticas,
podría incluso ir en aumento. El gobierno mexicano ha usado el eufemismo
de “rescate”, pero en realidad, junto con Televisa, se trata de un
secuestro de la conciencia colectiva, una reducción de la banda a la que
tiene acceso.
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