viernes, 5 de octubre de 2012

¿Y si el universo es una vasta mente en cuyos recuerdos vivimos?

Utilizando la hipótesis del “Cerebro de Boltzmann” cabe la posibilidad de que el universo sea un gran cerebro y que nosotros habitemos solo en la memoria de un tiempo ya inexistente.

Quizá porque nunca se han dado a conocer pruebas contundentes de vida fuera de la Tierra tendemos a considerar al universo como un vasto espacio esencialmente inerte, lleno de materia, de polvo cósmico, de cuerpos errabundos en perpetua y solitaria trayectoria.
Sin embargo, esto en apariencia es solo medianamente cierto, pues la vida en nuestro planeta se originó justamente a partir de esa materia, y es de suponerse que en algún punto existen estas u otras condiciones para que estas u otras formas de vida surjan en otro punto del universo.
Lo curioso, sin embargo, es que cuando según las leyes de la entropía el universo devenga un vacío gélido donde no tenga lugar ninguna reacción de ningún tipo, es probable que esto vuelva a suceder: que “postulado un plazo infinito” las pequeñas partículas formen otras más grandes y estas a su vez otras más grandes y así sucesivamente, en un amontonamiento aparentemente sin sentido que en cierto momento podría tener un viraje diametralmente ridículo.
Ludwig Boltzmann, un físico austriaco del siglo XIX, formuló un argumento conocido ahora como el “Cerebro de Boltzmann” que postula, grosso modo, la idea de que las fluctuaciones azarosas en el universo darán origen a una mente consciente de sí en medio del caos. El físico explicó así por qué el universo muestra un refinado grado de organización en sus estructuras.
Si Boltzmann tuvo razón vale la pena preguntarse si dicho cerebro no ha emergido ya y si esto en lo que vivimos no podría ser, por decir algo, la proyección consecutiva de sus recuerdos, de un pasado ya inexistente y vivo solo en esa ubicua memoria.

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