“Una verdadera iniciación jamás termina”
Robert Anton Wilson
Hace apenas unos días la hija predilecta del dancefloor
berlinés nos sorprendió con una enigmática sesión que fácilmente podría
percibirse como una especie de iniciación pisco sonora. Se trata de
LISm, el nuevo álbum de Ellen Allien, producido por BPitch Control, la
disquera fundada por ella misma en 1999.
Si bien este disco tiene un contexto
particular, ya que guarda una estrecha relación con una pieza
originalmente compuesta para un performance de danza, lo cierto es
que LISm incluye una explícita estructura narrativa que en lo personal
me remite a un rito iniciático –y para aquellos que perdimos un rato la
pista a Allien, desde los días en que reventaba clubes nocturnos
alrededor del mundo orquestando burbujas, encontrarnos con esta pieza
resulta en un aliciente evolutivo–.
El ritual comienza con una introducción
audio-chamánica –la bienvenida a un sueño compartido que florece por
medio de atmósferas étnicas, el sutil nacimiento de un portal
introductorio que recuerda las oscuras epifanías de O Yuki Conjugate–.
Gradualmente la música nos avanza, el
arquetípico sumergimiento a herméticas estepas se conjuga con el acorde
de una guitarra que nos toma de la mano. Luego un mantra (falling, falling, falling…) nos invita explícitamente a disolvernos, a dejar ir. “I dream, I dream, I dream, I close my eyes, I see”
continúa la ‘tiresiana’ liturgia. La guitarra, quizá para evitar el
estrés de estar penetrando la pulsante vacuidad, no nos suelta. Aparece
una dulce percusión que, paradójicamente, anuncia la llegada de la noche
interior –está se desdobla en intermitentes agudos y termina
derramándose en un ambiente de hipnosis sintética–.
A continuación la oscuridad es relevada
por algo parecido a un melancólico renacimiento, reflexivo, el nuevo ser
es aún vulnerable y su entorno es un tanto confuso. Regresa la voz,
ahora recitando un “dreaming of you”, como una probable alusión a esa fase psicológica donde reconocemos a la otredad –y la celebramos con un poco de low astral techno–. Seguimos
con una etapa de lasaña existencial, el mapa identitario se reforma,
los bio-bits de la personalidad van acomodándose. Finalmente, entramos a
ese instante “alephico”, ese click, donde la conciencia se promulga (y
se propaga). Un cristalino ambient que recuerda los épicos
trabajos de Aphex Twin en este rubro, anuncia la consumación del ritual:
el futuro no es ya lo que solía ser, y nosotros somos otros.
Luego de la sesión difícilmente dejarás de sentir la renovación iniciática. Creo que LISm
podría catalogarse como una obra de chamanismo sonoro, y aunque
desconozco cuál es la intención que Ellen Allien depositó en este
trabajo, me cuesta trabajo creer que mi interpretación responde
solamente a un delirio de optimismo neurótico. De hecho, hasta cierto
punto me recuerda al efecto que los libros de Carlos Castaneda pueden
provocar –ese peculiar sentimiento de que su obra misma es su principal
herramienta de embrujo–. Pero en todo caso, comprobar esta evolución en
la conciencia de la alemana, en una trayectoria que descuida el dancefloor
para desentumir el punto de encaje, me parece un signo esperanzador. Y
musicalmente, por cierto, estamos ante un álbum exquisito.
fuente:pijamasurf
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